
Eufórico y cautivado por el carisma del líder “transformador”, “el pueblo” congregado en el Zócalo aplaude con fervor las falsedades de López Obrador en su sexto informe: “El sistema de salud pública de México ya es el más eficaz del mundo. Dije que iba a ser el mejor, que iba a ser como en Dinamarca. No, no es como en Dinamarca, es mejor que en Dinamarca”.
El presidente miente, es consciente de que lo que dice no es cierto, y lo confirma 24 horas después en la “mañanera”, una fuente inagotable de engaños y medias verdades: “Claro que no es cierto”, responde a una reportera. “Fue plan con maña, para que hubiera ‘miga’, para darle algo de qué hablar a los adversarios”. Además, se burla: “Así le gusta a la gente”.
En cuanto a seguridad, el informe es engañoso: “Avanzamos en la investigación para encontrar a los jóvenes de Ayotzinapa. Es una asignatura pendiente, pero todavía no termino mi mandato y vamos a seguirlos buscando”. El abogado de los familiares lo desmiente: “No hay condiciones para que se reúnan otra vez antes del 1 de octubre”.
A pesar de las imprecisiones, los aplausos no cesan cuando, con medias verdades, asegura: “Hemos logrado cifras récord en inversión extranjera, en 2023 fue de 36 mil millones de dólares y solo en los primeros seis meses de 2024 se han recibido 31 mil millones”. La realidad es otra: en el sexenio de Peña Nieto, la inversión extranjera directa fue un 2% mayor.
Como un manipulador experimentado, AMLO miente y distorsiona información porque quiere, porque puede y porque le resulta efectivo. Y puede hacerlo porque nada ni nadie se lo impide. “El pueblo” reunido en el Zócalo incluye desde magnates alineados y políticos “conversos”, hasta miles de “clientes” del morenismo y gobernadores electos, como el de Yucatán.
Prototipo de líder populista, manipula a diario, en una estrategia perversa para mantener el control sobre su clientela, “el pueblo”, que confía más en su discurso que en las fuentes tradicionales de información. Verificaciones certificadas indican que en todas las “mañaneras”, en promedio, se miente o se falsean datos más de diez veces.
TERRENO FÉRTIL
En un país con altos niveles de pobreza y desigualdad como México, donde miles de personas se sienten olvidadas por gobiernos anteriores, la retórica manipuladora de López Obrador encuentra un terreno fértil. Junto con los programas sociales asistencialistas, las mentiras y medias verdades son herramientas útiles para construir un discurso emotivo que atrae.
Fuente de falsedades reiteradas, las “mañaneras” permiten al régimen estar en el centro de la conversación pública, dar peso a sus versiones de los hechos, nutrir una narrativa favorable, crear enemigos ficticios como distracción y convencer a miles de seguidores dispuestos a defender al presidente de la República y justificar sus errores, a pesar del engaño comprobado.
La historia nos muestra que muchos líderes, principalmente populistas, recurren a la mentira o a la manipulación de la verdad como estrategia para consolidar su poder y mantener el control social. Suelen construir una narrativa de lucha entre el “pueblo” y un enemigo común para desviar la atención de sus errores y conservar el apoyo popular.
Como ocurre en estos días en México con el furibundo ataque morenista contra el Poder Judicial, los regímenes populistas destruyen los mecanismos democráticos de control y equilibrio, incluida la prensa libre, para asegurar que sus decisiones no sean cuestionadas o desafiadas, justificando sus acciones argumentando que actúan “en defensa del pueblo”.